Mi perro me odia. (Relato)

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   Mi perro me odiaba, era un pastor alemán grande llamado Mufasa. El nombre se lo puso el imbécil de mi padre. Le encantaba esa película de dibujos animados, la vió mas de 15 veces. Juro que me daban ganas de pegarle cada vez que decía 'Hakuna Matata' o cantaba la canción a cualquier hora. Pero al perro lo quería.

Mufasa se meaba en mi habitación, se comía mi comida, se comía de verdad mis deberes, me gruñia cuando me cruzaba con él por los pasillos de casa, ladraba incansablemente los domingos por la mañana cuando no me tenía en pie por mi resaca juvenil de dos whiskys, me quitaba el sitio en el sofá, me destrozaba mis deportivas y  hasta me parecía que hacía sus necesidades más grandes cuando lo sacaba yo para que las recogiera con bolsitas de plástico y sintiera su repugnante textura.

Sin embargo yo lo quería desde que lo trajo mi padre cuando tenía apenas 3 meses y era una bola de pelo, juguetón y precioso. Al principio el también disfrutaba de mi compañía pero su cambio de conducta fue radical y sin motivo. Fuimos una de las familias seleccionadas por el programa de César Millán para adiestrar a perros difíciles y fué el único programa que no se emitió. Mufasa arrancó un dedo a César Millán cuando el adiestrador trataba de 'canalizar' su energía. A consecuencia de esto y otros incidentes con vecinos, el imbécil de mi padre estuvo de juicios una buena temporada. Pero ¿qué ibamos a hacer? o mejor dicho, ¿qué podía hacer yo para que mi perro me quisiera? Este problema me estaba causando un trauma juvenil, la adolescencia es una época donde la personalidad se forja y estas cosas podían hacer que en futuro tuviera un problema de déficit de atención o que me dedicara a asesinar ancianas, al menos eso decía mi profesor.

Mi reconciliación con Mufasa no tuvo lugar. El perro se escapó y desapareció el día en que la policia vino a buscar al imbécil de mi padre. Los vecinos lo habían visto practicando 'bestialismo' con Mufasa en repetidas ocasiones. Así que creo que sí, podríamos decir que que mi perro me odiara fue la causa de mis traumas juveniles aunque todo quedó en odio hacia los perros. A mi padre hace años que no lo veo, mi madre lo abandonó por aquellas fechas y tampoco quiso saber nada de animales desde entonces. Supongo que mi padre habrá conseguido otro perrito que le quiera.

2 comentarios:

Denisse dijo...

Quizás tu padre "canalizaba" la energía del perro a lo que para un humano es socialmente "inaceptable".

Creo que le hizo alguna seña secreta al perro para que mordiera al tal Cesar, pero, perro no come perro.

Espero encuentres un perro al que no le impidan quererte, ni tu mismo.

Saludos!

SheSays dijo...

Hombreeeeeee pero qué es esto! Una entrada en el blo!

Blo blo blo blo blo.